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¿Qué es la belleza?

Muchas veces me pregunté qué es la belleza. A lo largo de mi formación y de escuchar a los pacientes, me di cuenta de que se trata de una búsqueda constante que hacemos todos. Pero no desde un lugar abstracto o superficial, como solemos pensar.


Cuando abordo este tema desde otro lugar y lo hablo con cada persona, hombre o mujer, descubren que están buscando la belleza, pero creen que es algo superficial. Sin embargo, lo que los demás ven es un reflejo de lo que somos: de lo que comimos, cómo dormimos, si estamos atravesando una angustia, o si tuvimos una discusión. Todo eso se nota en nuestro rostro.


La cara también comunica


En medicina, existen las "facies", que son expresiones del rostro que reflejan estados como el dolor o la angustia. Entonces, lo que vemos en el espejo también depende de cómo estamos. Y eso tiene un impacto emocional enorme: si me veo mal, eso me puede angustiar y marcar el inicio del día.


Por eso es tan importante entender que buscar la belleza no es solo para agradar al otro, sino también para sentirnos bien con nosotros mismos. No está mal querer estar bien y vernos bellos.


La belleza inspira y genera bienestar


Cuando algo nos parece bello, nos inspira, nos estimula. Podemos quedarnos mirando un cuadro, una estructura, un paisaje... Lo mismo ocurre con nosotros mismos. A veces me dicen: “Doctora, yo bótox no me quiero poner”. Y yo les digo: quizás muchas personas a tu alrededor ya lo usan y ni te diste cuenta.


Porque solemos registrar lo que no nos gusta, lo que quedó exagerado. Pero si está bien hecho, ni se nota. Ahora bien, no todo el mundo lo necesita ni es el momento para todos. Además, ¿de qué sirve tener la cara sin arrugas si no puedo levantarme sola de una silla? La belleza también es salud y movimiento armónico con el cuerpo.


La proporción divina


Existe lo que se conoce como el número áureo, el número de la belleza. Aparece en la naturaleza: en cómo crecen los girasoles, los tallos, las tormentas, las abejas. También está presente en el rostro humano y en las proporciones del cuerpo.


Cuando un paciente llega, le explico cómo lograr armonía y simetría a través de hábitos saludables y tratamientos que acompañen ese proceso. Porque esa belleza ya la ganaron con su estilo de vida.


La belleza como camino, no como meta


Para mí, la belleza es un todo. No es algo estático, no tiene que ver con lo superficial. Es un camino que recorremos y que tiene mucho más que ver con sentirnos bien, empatizar con nosotros mismos y con los demás.


En la consulta, les muestro cómo ver eso. Les digo: “Esto es lo que a vos te interesa, vamos por ahí”. Y yo me encargo de unir ese deseo con lo que es saludable. Porque no tienen por qué saber que, por ejemplo, las ojeras pueden estar relacionadas con el hígado. Eso lo tengo que aportar yo.


Superar prejuicios sobre la belleza


Culturalmente, tenemos muchas creencias erradas sobre la belleza. Pero cuando un paciente logra ver que cuidarse también es una forma de verse y sentirse mejor, se abre a nuevas posibilidades. Se saca ese “manto” que cubre la idea de que la belleza es frívola.


No se trata de dejar la cara inmóvil, como una “cara de póker”, sino de mantener la expresividad, el movimiento facial, la empatía.


La belleza real es equilibrio


Cuando un paciente logra ese equilibrio, es hermoso. Se amiga con su cuerpo, deja de enfocarse en lo que no le gusta —una arruga, una nariz— y empieza a ver el todo. Porque muchas veces, nadie más nota lo que a uno le molesta tanto.


Así, ampliamos el concepto de belleza. No se trata de láminas ni de “planchas” en la piel, sino de darle calidad al tejido, salud desde adentro. Y eso se nota.

La belleza es un proceso, una búsqueda compartida. Y no hay una sola intervención mágica, sino un acompañamiento constante.

 
 
 

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